23/5/15

Tocando las puertas del Valhalla

Poster Mad Max Fury Road

Dir.: George Miller
Int.: Tom Hardy, Charlize Theron, Nicholas Hoult, Hugh Keays-Byrne, Rosie Huntington-Whiteley, Zoë Kravitz, Riley Keough, Abbey Lee
¿De qué va?: Perseguido por su turbulento pasado, Max cree que la mejor forma de sobrevivir es ir solo por el mundo. Sin embargo, se ve arrastrado a formar parte de un convoy dirigido por Imperator Furiosa, que huye a través del desierto del temible Inmortan Joe, al que ha arrebatado algo de valor irremplazable y que perseguirá incansablemente al grupo junto a su peligrosa banda.

Reseña: En un año en el que vuelven grandes sagas del pasado como Star Wars, Jurassic Park o Terminator, Mad Max parecía la más prescindible de todas. A fin de cuentas, arrastra un entusiasta pero minoritario ‘fandom’, y el fracaso en taquilla de películas como Scream 4, Wall Street: El dinero nunca duerme o Dos tontos todavía más tontos ha demostrado que el gran público, mayoritariamente joven, no está interesado en ver continuaciones tardías de películas viejas, adjetivo que ya se le atribuye a cualquier filme con más de cinco años de antigüedad. Total, que cuando ya estábamos preparados para entonar el “We don’t need a hero” que cantó Tina Turner en la tercera entrega, llega George Miller con este reboot/secuela y nos demuestra que sí que necesitábamos de vuelta a Mad Max, sobre todo, para darle un buen repaso al adocenado cine de acción actual.

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Básicamente, lo que ha hecho George Miller a sus 70 tacos es echar gasolina sobre las producciones de Michael Bay y similares para prenderles fuego después. Básicamente, Mad Max: Furia en la carretera es una persecución de dos horas cuyas paradas en boxes no son suficientes para que nuestra respiración vuelva a normalizarse. Básicamente, estamos ante una película que es pura brutalidad en todos sus aspectos: montaje, personajes, trama, acción, fotografía, banda sonora… Todo es una auténtica y desatada barbaridad, en la línea extrema e histriónica de la trilogía protagonizada por Mel Gibson (que no hace falta ver, aunque tampoco está de más) al tiempo que mantiene y dilata sus señas de identidad, recreando un futuro distópico más duro y atractivo. Su guión, parco en diálogos, no sólo se las ingenia para dinamizar la acción y evitar la monotonía, sino que también contiene interesantes lecturas acerca de la redención, la esperanza, la búsqueda de un sentido para vivir (y morir) y hasta una inesperada y muy celebrada exaltación de la mujer, sin sermones ni victimismos.

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El Max Rockatansky que interpreta Tom Hardy es, al igual que el encarnado por Mel Gilbson, un tipo reservado marcado por una tragedia personal que, a pesar de su aislamiento, acaba ayudando a quien está oprimido bajo una tiranía superior. En vez de imitar a Gibson, Hardy hace suyo al personaje de Max con convicción y actitud, manteniéndose en segundo plano al ser consciente de que la película no le pertenece a él, sino a Imperator Furiosa, el fantástico personaje al que da vida la no menos fantástica Charlize Theron. Y es que a pesar del título de la película y de que la historia esté contada a través de Max, este es el viaje que inicia una misteriosa y aguerrida mujer que ha decidido dinamitar el estado dictatorial en el que ha crecido y conducir hacia un futuro incierto pero presumiblemente mejor. Theron da vida a un personaje llamado a convertirse en un icono transgresor del cine de Hollywood y la cultura popular, tanto por estilismo (será el disfraz estrella de los próximos carnavales) como por el impacto que ocasionará en la representación de la mujer en el cine.

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Tampoco conviene menospreciar el trabajo que realiza Nicholas Hoult, así como el del resto del elenco, incluido el pirado que ameniza la persecución tocando una guitarra eléctrica que escupe fuego, con el que la música se integra perfectamente en la acción, tan bien coreografiada y editada que nunca nos perdemos en ella. Mad Max: Furia en la carretera es una ópera rock exuberante, feroz, apabullante y cuidada hasta el más mínimo detalle, una obra maestra ‘mainstream’ que debería marcar un antes y un después en el género y ser disfrutada en pantalla grande y de sonido atronador para dejarse engullir por esta clarividente enajenación transitoria.

9/10

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